Una pasante con la adrenalina bien arriba
- Joy Ghelfi
- 12 nov 2015
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 5 jul 2020
Una mini epopeya divertida y con pequeñas dosis de estrés en el Designers Buenos Aires. Sabelo todo del detrás de bambalinas.

He hecho varias pasantías en mi vida, pero ninguna me pareció tan divertida como la de ser vestuarista en el backstage de un desfile. La Escuena Argentina de Moda, como estudiante, me dio la posibilidad de ser pasante en el Designers Buenos Aires, desfile organizado por Guillermo Azar y presentado por el banco HSBC en el Tattersall de Palermo la primera semana de septiembre.
Mis dos días de práctica profesional coincidieron con el desfile de los estudiantes de diseño de indumentaria también de EA Moda, el sábado 6 y el domingo 7 de septiembre. Fueron dos jornadas donde la avidez por experiencia en el crudo ambiente de la moda estaban presentes. Mucha creatividad se vio en las diversas colecciones de los alumnos, inspiradas en videoclips de Katy Perry, Madonna, Avicii, entre otros. Y mucha rapidez se percibieron en las manos de los productores de moda que, como yo, sabían que cada segundo que pasaba era determinante para cumplir en tiempo y forma con el trabajo. Todo vestuarista tenía una modelo a cargo, a quien ayudaba a cambiar para cada pasada. El truco era esperar en la puerta del saloncito que hacía las veces de vestuario del desfile con el próximo cambio en la mano, el cierre bajo o los botones desabotonados. Las pasadas de las modelos debían cumplir con el orden pactado, espaciadas la una y la otra como fuera debido. Romper con ese orden y ese ritmo era un pecado fashionista. Cuando la modelo de arriba del 1,72 mts se calza los tacos y vos quedás al lado... todos parecemos una aldea de hobbits contentos porque nuestra mannequin, una doncella elfa divina de 1,82 mts (contá los tacos) se dispone en la fila para salir a la pasarela puntual y prolija. Y los productores/vestuaristas chochos en el backstage, aliviados porque un cierre que no quería cerrar finalmente accedió, casi complicando la pasada de la modelo.
La mayor complicación fue que los prototipos (diseños de los alumnos) habían sido cortados y cosidos con medidas diferentes a las de las modelos, y como no se los habían probado con antelación, había que arreglarlos en el momento. De todos modos, ningún inconveniente fue lo suficientemente grande como para hacer tambalear los desfiles programados.
Fue lindo aprender que no todas las modelos son iguales. No todas son huecas o vienen con aire de divas. Está la que es madre (¡Y tiene un cuerpazo!), la que estudia diseño de indumentaria, la que es una payasa y nos hace reír a todos, la que tiene espíritu bien de barrio o de campo... y así podría seguir enumerando.
Aunque terminé exhausta y ese finde no descansé, matarse valió la pena. Fueron horas que pasaron volando con la adrenalina al filo de todo. Si los percances te los tomás con gracia y tranquila, toda primera experiencia que parezca estresante como un desfile de moda se disfruta mucho más.
¡No te pierdas el video y las fotos del back de los diseñadores emergentes en el Designers Buenos Aires!
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