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Dark (pt. 2): la serpiente y el Ragnarök de Winden

  • Foto del escritor: Joy Ghelfi
    Joy Ghelfi
  • 5 dic 2020
  • 18 Min. de lectura

En esta segunda parte, la serpiente que muerde su propia cola toma protagonismo y nos conduce a la postre hacia el fin de los mundos de Winden.



Entre tanta metafísica dando vuelta, se me hincha el pecho con la siguiente meta-alerta de spoilers: si no leíste la publicación anterior, andá para atrás y hacé click en la nota “Dark (pt. 1): la alquimia de los viajes en el tiempo”. Y si encima ni viste Dark, pará todo, abrí Netflix, buscala y dale play ya porque es lifechanging. Puedo asegurarte que habrá un antes y un después en tu vida porque es una serie que lo entiende todo.


 

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Como ya comentamos en el post anterior, en esta saga de publicaciones dedicadas a Dark no vamos a hacer un análisis exhaustivo sobre los arcos argumentales de la serie, ya que en el vasto océano de la Internet, los podcasts y el fandom hay proliferación de ese tipo de análisis… como también advertí que hay del tipo de enfoque que le estamos dando acá en #Podcastean2. En verdad, Dark es una serie que da para hacer un programa de 10 episodios donde se hable íntegramente sobre la riqueza argumental y las teorías cuánticas, astrofísicas, leyes esotéricas, etcétera. Es una serie que atraviesa muchos planos, muchos temas, y NOS atraviesa e interpela por completo también como seres humanos. No por nada es la mejor serie de Netflix hasta el momento.


¿Qué onda toda esa simbología estrambótica que acompañó a los viajeros en el tiempo? Bueno, en esta segunda parte, vamos a avanzar sobre uno de ellos: el ouróboros.


No hay un orden líneal de las cosas. Muchas de las acciones dramáticas en Dark se dan en simultáneo. Mientras que Adán, el Jonas chamuscado (que ahora sabemos que quedó así por jugar demasiado con las bobinas de Tesla para ir y venir compulsivamente en el tiempo), comanda Sic Mundus en el universo que conocimos en las primeras dos temporadas, Eva, la Martha que se autolesiona para recordarse a sí misma de a quién le debe lealtad (a ella misma…) hace lo suyo con Erit Lux, la contraparte en mundo de la Martha morocha. Ambas sociedades secretas, si bien se rigen por la misma ley universal de causa y efecto del Kybalión que mencionamos en el episodio/post anterior, mantienen concepciones diferentes sobre el tiempo. Adán en Sic Mundus percibe al tiempo como una sucesión de finales que dan pie a nuevos inicios y que es motivada por la posibilidad de cambio: cualquier suceso que se repita con una pequeña variabilidad puede cambiar la progresión de los eventos y desencadenar un efecto alternativo. Eva en Erit Lux, en cambio, percibe el curso del tiempo como un ciclo donde el pasado es el futuro y viceversa, y pase lo que pase, nada nuevo que ocurra o vuelva a ocurrir alterará ese flujo de acción y reacción. El final es el principio y el principio es el final… y nada se altera. ¿Por qué será que el símbolo que representa a Erit Lux es un Ouróboros?


No sólo el pasado influye en el futuro sino que el futuro también influye en el pasado. · Gustav Tannhaus ·

La naturaleza del símbolo es ser producto de una convención social, una construcción cuyo sentido se sostiene en el tiempo gracias, muchas veces, al inconsciente colectivo. Esta convención social le confiere la doble cualidad de mutabilidad/inmutabilidad de significado a los símbolos: no solo gracias a esta convención tácita se puede sostener el peso semántico del símbolo dentro del sistema al que este pertenece, sino que también el mismo sistema (la religión, en los casos que vamos a hablar) puede sufrir cambios de perspectiva que terminan afectando y transmutando el significado del símbolo que sostiene. Y a menudo este símbolo se convierte en una figura universal que penetra transversalmente varias culturas. Este es el caso del Ouróboros, que ya habíamos mencionado en el post anterior. En la iconografía alquímica, este símbolo de la serpiente que se enrosca y se come su propia cola remite a la naturaleza cíclica de las cosas y a la idea del eterno retorno, del constante renacer. Ese constante renacer que los alquimistas querían superar con la búsqueda de la eternidad, con la transmutación de la materia.


Pero también habíamos mencionado que gran parte de esta iconografía, cuyo auge se dio en la Baja Edad Media y Renacimiento, retomó conocimientos y símbolos de lo que durante el Oscurantismo se denominó “paganismo”. Es por eso que todavía nos encontramos en el Egipto Antiguo, como en la primera parte de la saga de #Podcastean2 dedicada a Dark. Se podría decir que su primera aparición (o una de las primeras) fue en la tumba de Tutankamón en el Valle de los Reyes, en las cercanías de Luxor, que data del 1300 a.C.



Dentro de la imaginería de los dioses del Antiguo Egipto, principalmente durante las Dinastías XVIII a XX (el período del Imperio Nuevo de Egipto), la serpiente encarna fuerzas muy diversas, e incluso contrapuestas. Por un lado, en algunas tumbas del Valle de los Muertos (como la de Seti I de la Dinastía xix y Ramsés vi de la Dinastía xx) se ha retratado a Mehen: la serpiente guardiana del pabellón del barco donde Ra, el dios Sol y fuerza creadora primordial del mundo, surca el cielo de Oriente a Occidente como un dios antropomorfo con cabeza de carnero. Puede ser que la serpiente del mural de la tumba de Tutankamon sea Mehen por esta cualidad protectora.


En otra versión del mito del ciclo de los días y las noches, desde el momento del crepúsculo, Ra inicia en su barca el descenso hacia el Duat, el Inframundo egipcio, y en ese andar es constantemente asediado por Apofis, el dios serpiente que simboliza las fuerzas primitivas del caos, que intenta devorarlo. Apofis consigue hipnotizar a todos los acompañantes de Ra excepto al dios Set, quien con un hechizo vence a la serpiente y logra que Ra concluya su viaje por el Inframundo. Claro está que la derrota y destrucción de Apofis es momentánea, pero retrata la esencia iterativa de lo inevitable, del equilibrio entre las fuerzas del caos y del orden, de la oscuridad y de la luz. El equilibrio se encuentra en la repetición. Un mito que rima con los manejos de Eva para preservar el apocalipsis, ¿no?



Vale distinguir brevemente entre la representación de “serpiente” y “cobra”. Wadjet es la diosa-cobra que tutela el Bajo Egipto y, ubicada en el tocado real del faraón, dota al soberano con poderes sobrehumanos. Junto con Nekhbet (la diosa-buitre del Alto Egipto), viste una de las representaciones del dios Ra: las dos alas ampliamente abiertas de Nekhbet y las dos cobras que envuelven el disco solar. En otras representaciones es Wadjet la mano derecha de Ra como agente de aniquilación de las serpientes del Inframundo que atentan con devorarlo durante su viaje nocturno.



La figura de la serpiente es tan recurrente en la mitología egipcia, y tanto esta como la propia cosmovisión egipcia son tan prolíficas y metafísicas, que estoy pecando de simplista hasta aquí con esta breve descripción. No creo que haya una obra académica que pueda abarcar todas sus vicisitudes. Pero quiero avanzar hacia otros mitos indoeuropeos sobre serpientes que tienen una llamativa similitud.



Todo empieza (o termina) con una profecía…

De todas las obras literarias sobre mitología nórdica escritas durante los primeros siglos de la Edad Media, la más “rigurosa” es la Edda prosaica o Edda Menor de Snorri Sturlusson, un poeta, historiador y político islandés del siglo XIII. Para aquel entonces, ya habían pasado aproximadamente 200 años desde la kristnitaka o “toma del cristianismo” en Islandia y en la mayor parte de Escandinavia (Suecia, Noruega, Dinamarca y por qué no considerar a Finlandia también), razón por la cual hay que considerar que todas las obras de compilación mitológica nórdica que datan de esos siglos fueron indefectiblemente influenciadas por el pensamiento cristiano del Oscurantismo. Así y todo, los historiadores distinguen la Edda Menor de Snorri como la más respetuosa y detallada de todas sus coetáneas. Es por eso que de ahora en más voy a hacer la diferenciación entre los relatos nórdicos precristianos, de una fuerte conexión con los ciclos de la naturaleza, y la versión dualista del cristianismo sobre estos mismos. Y también les pido que tengan en cuenta que cada vez que mencione a continuación un pasaje de la Edda Menor o aluda al poema Völuspá, estaré citando obras medievales cristianas, con todo lo que eso conlleva y que no vamos a dejar de desarrollar a la postre.



Snorri Sturluson
Estatua de Snorri Sturluson en Reykholt (Islandia)

La Edda Menor de Snorri Sturlusson relata que Balder, el dios amado por todos los dioses que personificaba la luz proveniente del Sol y que iluminaba la Tierra, tuvo sueños premonitorios sobre su propia muerte. Tengamos aquí en cuenta la importancia que suscita la luz solar en la región de Escandinavia e Islandia, donde transcurren largos y oscuros inviernos desprovistos de luz, por lo que los rayos solares son considerados como una bendición. Cuando Balder le informó a los Aesir (o Ases, los dioses de Asgard) sobre sus fatídicas profecías, Odín, el padre de Balder, decidió viajar al Inframundo para despertar de la muerte a una völva (una vidente) y corroborar estas pesadillas sobre la muerte de su hijo. Cuando llegó, vio que había un gran banquete y le preguntó también a la völva cuál era la ocasión. Ella le respondió que se estaba preparando una celebración para un huésped de honor, que no era nada más ni nada menos que el propio Balder. Le comentó también todo lo que concernía a la muerte de su hijo, con la seguridad de que todo lo que fue profetizado por ella iba a suceder. Odín regresó a Asgard y les relató a los Ases todas las profecías de esta völva. Es entonces cuando la diosa Frigg, esposa de Odín y madre de Balder, decidió tomarle juramento a todas las posibles amenazas, a todos los seres vivos e inanimados para que no lastimasen a su hijo. Y hete aquí que nos encontramos con la noción de que todas las cosas inanimadas pueden contener una esencia o alma, razón por la cual algunas cosas reciben un nombre, porque les da personalidad. Así fue que Balder se hizo inmune a todo daño y se convirtió en una especie de entretenimiento para los Ases, quienes se divertían arrojándole y disparándole cosas, intentando lastimarlo, sabiendo que era imposible. A Loki le desagradaba la idea de que nada pudiera lastimar a Balder porque no era natural, porque consideraba que los dioses de Asgard eran pretenciosos y arrogantes por creer que podían burlar la muerte y evitar el ciclo natural de todas las cosas. Disfrazado de mujer, acudió a Frigg para interrogarla por el juramento que le había hecho hacer a todas las cosas vivientes e inanimadas. Ella le respondió que no le había tomado juramento a un pequeño pedacito de muérdago porque pensó que era muy joven e inofensivo para tomarle la palabra. Loki buscó ese muérdago y armó una flecha o lanza que posteriormente le regaló a Hodr, el hermano gemelo de Balder, para que la lanzara contra él a modo de diversión. Y así fue que efectivamente Balder, el dios de la luz, el más amado por todos, encontró su profetizado destino final. Este acontecimiento es el inicio del fin, el momento cero del Ragnarök, “el Ocaso de los Dioses”, como Snorri lo denominó en su obra. Los Ases perdieron la luz del mundo, la iluminación, lo cual implicó la llegada de la oscuridad y del largo invierno. Más tarde voy a volver sobre algunas peculiaridades más sobre la muerte de Balder porque quiero avanzar sobre el relato del Ragnarök.


Hodr asesinando a Baldr - Ilustración de manuscrito islandés de siglo XVIII [1]

Según el poema profético Völuspá que cita nuestro autor islandés en la Edda Menor, la batalla final del Ragnarök fue precedida por un largo invierno de tres años, hambruna, terremotos, inundaciones, fraticidios, entre otros eventos, similar a lo que sucedería en el Armagedón bíblico. Vuelvo a recordar que la versión escrita del Völuspá fue transcrita en pergamino entre los siglos X y XIII, por lo que más que un relato antiguo netamente “pagano”, tiene una fuerte influencia cristiana medieval.


Thor contra Jörmungander - Ilustración de manuscrito islandés de siglo XVIII

Y aquí es cuando vamos a de poco deslizándonos hacia la participación del símbolo de la serpiente en el relato del Ragnarök según Snorri Sturlusson versus el peso significativo de este animal para los mitos “paganos” escandinavos. Cuenta Snorri que los Ases presagiaron que los hijos concebidos a partir de la unión entre Loki y la gigante Angrboda de Jotunheim acarrearían desgracia y maldad. En consecuencia, Odín envió a los dioses a Jotunheim para que trajeran a su prole. Una de los descendientes de esta unión es Jörmundgander, la denominada “serpiente de Midgard”. A Jörmundgander la arrojaron a las profundidades del mar, y allí creció tanto que su cola salió de las aguas, rodeando las tierras y mordiéndose la cola. El suceso principal del Ragnarök fue la gran batalla entre los Ases, los gigantes de Jotunheim y Muspelheim y la prole de Loki. Una de las profecías infernales dentro de una lista interminable hecha por la völva que consultó Odín contaba que Jörmundgander se retorcería furiosamente, generando grandes olas, y vomitaría su veneno contaminando el aire y las aguas del mundo. Iniciaría una reyerta con Thor, quien lograría vencerla pero sin antes haber recibido una mordida venenosa mortal.


Ahora bien, como hice mención antes, no debemos ignorar que la recopilación de los mitos escandinavos que llevó a cabo Snorri Sturlusson en su Edda Menor sucedió en una Islandia que llevaba dos siglos convertidos al Cristianismo. Entonces ¿puede ser que para un pueblo pagano, hipersensibilizado por los efectos de la Naturaleza como vimos en la muerte de Balder, tuvo a bien demonizar a una criatura que provenía de la misma tierra que honraba? Les pido que no reflexionemos esta interrogante con la mirada monoteísta y dualista que tenemos hoy en día. Nos hemos criado muchos de nosotros con la imagen de San Jorge matando a un dragón, por ejemplo.


Los agujeros negros son considerados las puertas del infierno del universo. Todo lo que cae dentro de ellos desaparece para siempre. Pero… ¿A dónde? ¿Qué hay más allá de un agujero negro? ¿El tiempo y el espacio también desaparecen con las cosas? ¿O el tiempo y el espacio están conectados de modo tal que forman parte de un ciclo eterno? ¿Y si todo lo que viene del pasado estuviera influenciado por el futuro? · Gustav Tannhaus ·

La serpiente en la cosmovisión nórdica encarna la entidad viviente del cosmos que crea vida a partir de su aliento. Es la portadora de la fuerza de vida residente en el núcleo caliente de nuestro mundo, que crea una red de energía que empodera al mundo y a todas las criaturas que viven en él. Los pueblos nórdicos eran sensibles al plano natural y percibían esta red de energía que fluía desde la tierra y los ríos. La comparaban con una serpiente por ser una criatura subterránea que se mueve fácilmente y de manera ondulada tal cual como la energía emanada del núcleo ardiente de nuestro planeta, deslizándose hacia adentro y hacia afuera, formando un tejido y mordiéndose su propia cola. La serpiente es el símbolo de la eternidad y de la protección (similar a la serpiente Mehen del Antiguo Egipto), del ciclo de la vida de todas las cosas, la red continua de energía que alimenta al mundo. Operando de la misma manera que Snorri, que empató el relato tradicional pagano con el relato hegemónico cristiano, aquí ya podemos empezar a tender puentes con Dark. Eva, creo yo, es la que alcanza una visión sistémica de los dos mundos. Es la que lleva la delantera en este deslizamiento entre el universo de Martha y el de Jonas, entrando y saliendo como la serpiente, obrando de maneras “misteriosas”. Y muchas veces no fue ella, sino el "Origen”, quien actuó como esta serpiente escandinava, la Jörmundgander de Snorri Sturlusson, tejiendo una red de relaciones de causa y efecto para conservar el ciclo del apocalipsis en los dos mundos paralelos de Winden. Es quien desactivó el sistema de enfriamiento del reactor nuclear y, junto con la partícula de Dios, desencadenó la devastadora explosión.


El Ragnarök en verdad no es el "Ocaso de los Dioses", sino que, dentro de la cosmovisión escandinava pagana, es la apertura hacia un periodo de cambios que llevarían al inicio de una nueva era. Es un “fin del mundo” cíclico, proseguido por la creación de un nuevo mundo, hasta llegar a un nuevo Ragnarök, y así sucesivamente. Plantea la existencia de un equilibrio entre el orden y el caos, creación y destrucción, vida y muerte. ¿Algo de esto no les suena muy familiar a la noción de Eva y Erit Lux sobre el fin de los tiempos? Sep. En especial cuando sabemos que ni los dioses más poderosos de Asgard pueden escapar a su destino. Muy ouróboros todo.


Y a eso vamos: una de las particularidades que tiene el mito del Ragnarök en la prosa de Snorri es que, al mejor estilo del libro Apocalipsis, los dioses ya saben lo que va a suceder con lujo de detalles a través de la profecía que hace esta völva a Odín, referida en el poema Völuspá. Incluso saben que ellos no tienen el poder de evitar su final, y así y todo, intentan revertirlo. Adán y Claudia son los Odín y Frigg de Dark, viajando a través de los mundos y del tiempo para combatir una reacción natural atómica (…), uno con un fin colectivo y la otra, para justamente salvar a su hija no solo del apocalipsis sino también del cáncer letal. Si Jonas/Adán y Claudia Tiedemann están en la misma vereda de los Ases (o al menos así los ubicamos aquí) como los necios que tiran de los piolines en vano para trasformar su destino final, ¿qué dios nórdico podemos considerar que Eva encarna? Eso lo veremos más adelante, pero creo que hasta acá ya hay suficiente información para empezar las apuestas.


Mientras tanto, recordemos que el mito es más que un relato pintoresco: es una alegoría de la creación de las cosas, el medio por el cual las religiones plasman su cosmovisión. La muerte de Balder es el inicio del final: con su muerte no hay más esperanza ni luz en mundo. Su muerte desencadena una serie de eventos que conllevan al Ragnarök, el fin de un ciclo. Así todo comienza de nuevo: una nueva creación, un nuevo ciclo de existencia. Balder, al final de Ragnarök, al final de un ciclo (tanto en la Edda Menor como en el mito original), regresaba y se convertía en el nuevo rey de los dioses. El regreso del sol y la iluminación en la Tierra, la personificación del fin del invierno y de la llegada del solsticio de verano, el inicio de días más radiantes que traían renovación y rejuvenecimiento. Entonces podemos que decir que el mito de la muerte de Balder simboliza el ciclo de las estaciones. La muerte de Balder era necesaria porque así fue enviado al Inframundo y allí permaneció protegido de la devastación del Ragnarök. No perecería durante los eventos catastróficos para poder resurgir y reinar nuevamente en el mundo, vencer a la oscuridad y asegurar la existencia de la vida en la Tierra. Su ausencia acarrearía noches eternas, inviernos, ausencia de luz y hambre para los escandinavos. En fin, nada considerado bueno, y sin embargo, entendamos que muy necesario.


Y alguien fundamental en reconocer la necesidad de preservar esta continuidad cíclica fue Loki, quien jugó el papel de guardián del orden. Podemos caracterizar a este dios como el más inteligente de todos, como quien provocó todo tipo de problemas y dolores de cabeza a los Ases y a la vez se ocupó de arreglarlos, de alguna manera u otra. Fue la figura clave del cambio. Fue el enlace entre caos y orden. En el cosmos y en el mundo de los dioses, nada cambiaba al menos que Loki empujara el cambio y arreglara lo que hizo. Por eso es que estaba implicado en la muerte de Balder y en hacer que el dios de la luz permanezca en Hel (el Inframundo): para asegurar que el ciclo del Ragnarök llegara a su fin. Espero que hayan hecho correctamente sus apuestas, porque acá volvemos a caer en lo inevitable, cual Snorri o historiador ptolomeico.


No conocemos nuestro fin, pero nuestro fin sí nos conoce. Salvación o perdición. Podemos creer en la ilusión del libre albedrío, pero no podemos eludir nuestro destino final. · Eva · (T3 - E2)
¿Por qué morimos? ¿Qué es la muerte? ¿Podríamos burlarla si supiéramos cuándo nos espera? ¿El tiempo de nuestra partida está predeterminado? ¿O morir es parte de un reloj eterno? Todos tenemos una verdad en común: Nacemos y morimos. Más allá de lo que hagamos en el camino. · Eva · (T3 - E5)


Al igual que Loki en el mito de Ragnarök, la Eva de Dark posee un alto nivel de conciencia sobre la muerte y el orden natural de las cosas. El control que podía llegar a ejercer sobre los eventos siempre era en pos de asegurar que el ciclo de destrucción de Winden sucediera, que el ciclo de sufrimiento se perpetuara una y otra vez, pero atravesándolo en lugar de evitarlo, porque no puede existir la vida sin que aprendamos a convivir con la muerte. La percepción sobre el destino final, el libre albedrío y la burla a la muerte es un común denominador en Loki y Eva. Loki y los Ases, como dioses y algunos también caracterizados con el don de la profecía, tenían un conocimiento más acabado sobre el final de los ciclos. Pero sepan o no el día, la fecha y la hora del Ragnarök/Apocalipsis, el final es inminente. Es un mal necesario. Es parte de nosotros/nosotras/nosotres. Es parte de un sistema, de un todo, en el cual los Ases y lo seres humanos son un engranaje más. Es parte de la vida, considerada como un ciclo in aeternum. Por establecerse tan segura contra las intenciones manifestadas de Adán durante las primeras dos temporadas, es claramente una fuerza antagónica, pero no por eso es “la enemiga de todo lo que está bien” en Dark. Es todo una cuestión de paradigmas, de perspectivas. Tanto en Dark como en la vida misma, uno suele tomar el rol de Adán cuando no deja que las cosas “le pasen” sino que “hace que pasen”, justamente un leiv motiv de Lenguaje Manifiesto. No obstante, debemos entender los procesos de la Naturaleza y aceptar que no podemos controlar el entorno como hemos intentado tantas veces en la historia de la humanidad. No podemos conocerlo todo. Tenemos que dejar lugar a cierta indeterminación y relativismo. Aprender a movernos y adaptarnos en el caos, construir un orden nuevo, y vivir en comunidad con el colectivo humano, el cosmos y la tierra, como un sistema.


Efectivamente, si algo nos enseñó la serie es su potencial transformador de las fuerzas antagónicas. Noah pasó de ser el misterioso villano en la primera temporada, secuestrador y asesino de niños, a ser la víctima, un padre dolido por la desaparición de su hija en la tercera y final entrega… aunque si vamos a armar una cronología hecha y derecha, en verdad las cosas se dieron al revés, pero la increíble narrativa de Baran bo Odar y Jantje Friese desafían nuestro entendimiento y los admiramos por eso. En la segunda temporada, a medida que el nudo se empieza a tensar más, descubrimos que Noah es un instrumento más, como si fuera un dios de Asgard más, un Thor si se quiere (qué genial hubiera sido si en verdad El Origen y Noah se hubieran enfrentado en Dark, ¿no?), que actuaba bajo las órdenes de Adán. Y ahí se nos movió todo cuando aprendimos que el señor chamuscado era la versión anciana de Jonas. El pobre pibe supo que su padre era el hermano de sus amigos y que le tenía ganas a su tía… ¡vaya que es el mito de la búsqueda adolescente de la identidad individual!



Continuando con los paralelismos “Loki-Eva” y “Jörmundgander -el Origen”, en la última temporada de Dark aprendimos que Eva juega en contra de Adán cuando él interviene en distintos puntos del nudo para revertir el destino final de Winden. Incontable cantidad de veces envía a su hijo, El Origen, para que actúe en consecuencia, un rol que incluso podemos seguir equiparando con otros en la mitología universal, como con nuestro amigo de la casa: Hermes, el mensajero de los dioses griegos. En la Edda Menor, Jörmundgander es hija de Loki, así como El Origen es hijo de Eva, y eso establece una simbiosis familiar que los planta del mismo lado de la soga como una fuerza unánime e inequívocamente antagónica (y no por eso la personificación del mal en la narrativa de Dark) en esta última parte de la saga, cosa que sucede tanto en la narrativa de la serie como en la del mito.


Sin embargo, voy a salir al rescate de la síncresis de “Loki-Eva” ante cualquier mirada demonizadora y dual propia del cristianismo medieval. Volviendo a Eva, ella estuvo un paso delante de Adán durante gran parte de la serie, situación que se puso de manifiesto en esta última entrega. Por ejemplo, fue quien envió a la Claudia Tiedemann de su mundo para incluir a la del mundo de Jonas en el tablero de juego, y ambas jugaron para ella hasta que la del mundo de Jonas supo de la enfermedad de su hija y empezó a perseguir sus propios objetivos. Repasemos también algunos movimientos clave de El Origen, que bien sabemos que no actuó solo: mata a Bernd Doppler y le roba la llave de la planta, matan al viejo Tannhaus, consigue el plano de la planta nuclear; se encuentra con el Tronte adolescente de 1954, afirma que conoce a su madre, que eligió su nombre y le regala el brazalete del ouróboros (¡muy simbólico todo!); presiona al intendente de Winden para que firme el permiso de construcción de la planta nuclear; escribe el diario de los sucesos de Winden y finalmente, es quien, como mencioné antes, cumple con el 50% de las causas que desata el apocalipsis en Winden, abriendo una de las válvulas del control térmico para desencadenar el accidente nuclear.



A esta altura, para mí son todos Jörmundganders que tejen redes de causa y efecto, estableciendo el balante entre caos y orden. Creo que una de las peculiaridades más bellas de la cosmovisión nórdica hasta aquí citadas es la de a serpiente como portadora de la fuerza de vida, creadora de una red de energía que empodera al mundo y a todas las criaturas que residen en ella. Y en esta descripción me apoyo para asegurar que la personificación más prístina de este concepto es Claudia Tiedemann. Ella, además, tiene el deseo maternal de Frigg para cambiar el destino de su hija y la comprensión sabia de cómo funcionan los ciclos de la vida como Loki. Claudia logró entender cómo operaban los dos mundos que nos la pasamos denominando como “el de Jonas” o “el de Martha” y quién o qué los había gestado. Tuvo una mirada totalizadora de los ciclos apocalípticos y fue la que actuó con absoluto desinterés: recordemos que fue una de sus versiones de Claudia del mundo de Jonas quien le pidió a Trönte que asesinara a Regina porque de todas maneras no formaba parte de ese nudo, porque ya sabía que incluso ella misma era parte de un accidente temporal ocasionado en un mundo original donde Tannhaus inventó una máquina del tiempo para salvar a su familia de un siniestro vehicular. Empoderó con esta “verdad de la milanesa” a Adán y lo encaminó para que de una vez por todas logre su propósito: desatar el nudo de los dos mundos y eliminar el origen. Así fue que Adán volvió al punto en el que acababa de matar a la Martha del mundo de Jonas y lo guía para rescatar a una Martha todavía no persuadida por Eva (a través de Bartosz de su mundo) ni abducida por Adán (a través de un Magnus y una Francesca adultos).


Desde el punto de vista de la concepción pagana original, el Ragnarök de Winden tiene una moraleja: no importa cuán complicadas las cosas se pongan, cuan malas sean, siempre hay una solución, la luz siempre va a brillar eventualmente. De esto se trata el paganismo: aprender a vivir en armonía, celebrar y adaptarse a las diferentes estaciones del año. También nos enseña que ni lo más puro de este mundo puede protegernos contra el mal y contra las fuerzas caóticas naturales del Universo, las que deben existir ya que a partir de este desorden y sufrimiento también se puede crear vida y asegurar la continuación de la existencia. La paz no es permanente. Donde hay vida y belleza también hay muerte y fealdad. Como decían los Egipcios de antaño, donde hay luz también hay oscuridad. Orden y caos deben existir para crear un balance cíclico y así la vida puede continuar triunfando.




REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  • Sturlusson, Snorri. (2012). Edda Menor. Madrid, España: Alianza Literaria.

  • Meunier, Mario. (2006). Mitología Nórdica. Buenos Aires, Argentina: Esse Servicios Editoriales.

  • Härger, Arith. (diciembre 2020). Whispers of Yggdrasil. https://arithharger.wordpress.com/tag/arith-harger/

  • Prieto, Melquíades (Ed.). (2004). Diccionario de la mitología mundial. Madrid, España: Edaf.

  • Apolodoro. (1985). Biblioteca Mitológica. Madrid, España: Editorial Gredos.

  • Hart, George. (2005, 2da. Ed.). The Routledge Dictionary of Egyptian Gods and Goddesses. Oxfordshire, Reino Unido: Routledge Publishing.

  • [1] De Jakob Sigurðsson - SÁM 66, 75v. Digitized version available from http://sagnanet.is/saganet/?MIval=/SinglePage&Manuscript=1109&Page=150&language=english. Image processing (crop, rotate, color-levels) by Skadinaujo (discusión · contribs.), Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6029049


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