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La importancia de ser autodidacta: Jean Paul Gaultier en Argentina

  • Foto del escritor: Joy Ghelfi
    Joy Ghelfi
  • 1 nov 2016
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 5 jul 2020


Jean Paul Gaultier y su masterclass en la Facultad de Diseño y Urbanismo de la UBA: curiosidad por el mundo y la sociedad, y amor por la profesión.

Le dicen terrible enfant, pero de enfant ya no tiene nada. Lo de terrible ya se ha quedado corto, pues además de mandarse solo (con el impulso de su abuela) en este universo definido lacónicamente como “moda”, rompió las cadenas de la convencionalidad con esa germinación de incomodidad explosiva en la opinión, inconfundiblemente pop y dadá.

Empezó como aprendiz de Pierre Cardin, impresionado por este purrete y su habilidad en el dibujo, y siguió con las semanas de la moda: a mediados de la década del ’70, implantó el estremecimiento en la pluma de los editores y críticos al proponer la diversidad étnica como criterio de selección de los modelos para su pasarela. Más adelante, expandió su elección con modelos longevos, mujeres “reales” con más carne que huesos y cuerpos cubiertos de tatuajes y piercings. A los hombres les puso pollera y a los senos de las mujeres atrajo un audaz interés público con su icónica corsetería coniforme, ya no como ropa interior sino como prenda de vestir.

¿Hace falta que mencione el nombre de Jean Paul Gaultier? Un diseñador que apuesta a la transgresión de los códigos sociales y a la ruptura del paradigma del diseño textil para pensar en una colección dirigida al hombre y a la mujer como individuos, más allá de su condición sexual.

Gaultier es palabra autorizada para dictar un masterclass en la Facultad de Diseño y Urbanismo de la UBA. Y así sucedió un frío jueves de octubre a punto de llover. Reconocido autodidacta si todavía existen, si hay algo que aprendió de la licenciatura de la vida fue a observar. Durante su clase abierta en la casa de estudios donde fue nombrado “profesor honorario”, nos enseñó que el principio del proceso creativo reside en la espontaneidad y en la observación de toda manifestación cultural y artística. Expandir nuestro campo perceptivo y nuestros sentidos, dejarse cautivar por la sociedad. La riqueza está en la pluralidad, y eso es algo que Jean Paul supo cultivar.

Con la peculiaridad de un francés teñido de italianismos y la guía de Ana Torrejón, Gaultier confeccionó la máxima que tiene todo el mérito de convertirse en cita de cabecera: “La moda no es algo superficial porque responde a la sociedad”. La moda es producto de los movimientos de la sociedad y guarda una relación absoluta con la vida. La moda es funcional: puede ser glamour y expresión de ideas en simultáneo.

Su convicción en este principio se refleja desde siempre en sus colecciones, inspiradas en la cultura popular, en el street art… y aún más: las faldas masculinas no fueron un capricho. Fue y es una manera de redefinir el ideal de masculinidad y fragilidad, transgrediendo todo código moral y social.

Hoy Jean Paul Gaultier es más grande que un simple terrible enfant. Se sienta, abre la boca y da cátedra de vida. Quizá aquel apodo sea producto de esas sutilezas con las que manejan quienes intentan definir a los iconoclastas. Pura paquetería.

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